Bodega Aniello, impronta italiana con identidad patagónica
Bodega Aniello fue fundada en 1927, pero reciclada completamente en 2013. Con una fuerte impronta de tradición italiana creada hace más de 100 años en Sorrento, Italia, con denominación de origen “Vini del Vesuvio” por Aniello De Angelis. Hoy es comandada por la empresaria e Ingeniera Agrónoma María Cruz de Ángelis junto a su equipo. La misma expresa una visión muy representativa de otra de las grandes zonas de nuestra Patagonia Rionegrina y del Alto Valle, como es Mainqué.
La misma posee 55 hectáreas propias en las que se cultivan Malbec, Trousseau, Pinot Noir, Merlot, Cabernet Franc y Chardonnay.
Como todo el valle, los vientos constantes e intensos, las amplitudes térmicas elevadas, las temperaturas medias templadas, la mayor luminosidad producto de éstas latitudes y los suelos de buen drenaje hacen que los vinos de ésta bodega tengan perfiles más frutales, de muy buena acidez y deliciosa frescura, sin los riesgos criptogámicos que otras regiones de nuestro país si pueden tener.
Bodega Aniello sabe interpretar muy bien las variedades de ciclo corto y medio de una forma exquisita a precios razonables.
Además, lo destacable y encomiable es su finca de Trousseau histórica del año 1932 de 0,8 hectáreas. Trousseau es una variedad tradicional de Jurá, una especie de Pinot Noir pero de esa región de Francia con colores un poco más intensos y mayor rusticidad que la que se trata de comparar para entender organolépticamente. Pocas bodegas poseen la posibilidad que se pueda vinificar ésta variedad, y no solo eso, que el mismo sea su vino ícono. Verdaderamente una gran apuesta que valoramos.
Hemos probados vinos en proceso de tanques y barricas, y creemos que se vienen cosas interesantes en el merlot y trousseau, y que van a dar que hablar en los años venideros. Pero si hablamos de Trousseau podemos decir que catamos un ejemplar con evolución pero que estuvo a la altura de las circunstancias:
Trousseau 2015
Herbaridad de especias como tomillo y coriandro, cominos, cardamomo, cerezas y frambuesas rojinegras maduras, taninos texturados con cierta rusticidad varietal, muy buena acidez y largo final de herbaridad y herbacidad. Humedad y terrosidad. Hojarasca. Lo interesante de éste vino es que no catamos un vino de las últimas añadas sino su segunda añada que salió en el mercado y estaba sumamente vibrante y nuevo todavía, aunque ya se puede disfrutar. Verdaderamente un vino de gran potencial de guarda. Definitivamente un baluarte, patrimonio histórico de Mainqué y de la bodega.
Tomar entre 2022-2027
93/100